En el número 659 de la calle Coronel Lisboa, en Vila Mariana, zona sur de São Paulo, queda una pequeña cafetería, de hecho, una puertita, Clemente Café, de la simpática Tatiana Rocha.
Graduada en marketing, Tatiana es, antes de todo, una mujer batalladora. A los 12 años ya ayudaba a la familia en la bicicletería de la familia, en la zona norte de la capital. A los 16, ya tenía un dinero guardado, invirtió en la carrera, trabajó por 10 años en el más grande banco del país, en las áreas de endomarketing, inversiones, crédito persona física y marketing digital.
Siempre supe que quería abrir un negocio propio, pero no sabía aún qué. Como el enamorado, Gabriel Penteado, del Cupping Café, era apasionado por el tema, acabó arrastrando a Tatiana para el mundo de los cafés especiales.
En un cumpleaños, Gabriel le dio de presente una amoladora. “Mi vida cambió. Comencé a enamorarme de tal forma por cafés especiales, que atravesaba la ciudad para comprar los paquetitos blancos de cafés especiales que Isabela Raposeiras, del Coffee Lab, vendía”, cuenta Tatiana.
“Pasamos a ir juntos a cupppings, degustaciones, semana del café de Lorena, y siempre busque absorber todo el conocimiento”, explica.
(Tatiana Rocha, la simpática dueña del Clemente Café)
Tatiana nunca hizo un curso formal de baristas, su conocimiento viene todo de la práctica. Cuando salió de Itaú, ya había comprado una máquina antigua de expreso, por medio de contactos del mundo del café. “Un personas estaban cerrando un bar y me quedé con la máquina. Pensé que si no abría un café, podía restaurarla y venderla. Por un buen tiempo, sirvió de mesita de apoyo en la sala de casa”, explica.
Hizo un curso en Sebrae y decidió abrir el negocio, restauro la máquina y comenzó a buscar un local. Quien encontró el lugar fue el enamorado, con su ojo clínico de arquitecto. Después de todo, quien diría que una puertita que antes albergaba una tienda de vidrios, pudiese, con una bella reforma, volverse en una minúscula, pero óptima cafetería.
(La fachada de entrada con el logo de Clemente Café, espacio que antes era una tienda de vidrios)
En el tercer mes de funcionamiento, ya tuvo que ampliar el horario de trabajo y, desde que abrió, hace poco más de un año, comenzó a abrir también los fines de semana y contrató el primer empleado. Hoy, trabaja de domingo a domingo y ya tiene demanda para más de dos colaboradores.
Clemente café vende, hoy, en promedio, más de 100 cafés por día, con un estimado de público de 100 visitantes por día. “Viene gente de Jabaquara, Saúde, Ipiranga, a probar nuestros cafés, así como yo atravesaba la ciudad para comprar los cafés en el Coffee Lab”, se enorgullece.
Tatiana cuenta que, inclusive, sus clientes más fieles armaron un grupo de whatsapp, “clemenccinos”, donde discuten diversos asuntos referidos al café especial. Sus participantes dicen que Tatiana creo verdaderos “monstros”, que solo consiguen tomar cafés especiales. “Eso es óptimo no solo para mí, sino para todo el mercado. Es este cliente que va exigir un mejor café en la panadería y la demanda de buenos cafés solo tiende a aumentar”, explica.
(El espacio que alberga el Clemente Café: pequeño en tamaño con un éxito enorme!)
Los Cafés
Hasta por una cuestión de espacio, después de todo la cafetería tiene solo siete metros cuadrados, ofrece dos métodos de preparación, además del expreso: hario y aeropress. Viene trabajando con cafés tostados por Hugo Wolf, Bica Café y Pereira Vilela.
“Clemente Café es muy disruptivo, nunca cambie mi perfil de tostado. Mi café tiene acidez, y conquisto nuevos clientes de una manera más educativa, si el cliente estuviera interesado en aprender. Esta cercanía, de atender a todos, conversar, de una manera más íntima es la parte más bonita. Nadie gana nada si hablo para mi público que el café tiene notas de xpto. Tiene que tener sensibilidad”, explica.
(Parte exterior del Clemente Café)
Próximos pasos
El modelo de negocio de Tatiana parece correcto y ella ya piensa en planes de expansión para el próximo año. “Estoy pensando en dos caminos: abro otra cafetería con el mismo método, pequeña, íntima, aquí por el barrio o abro otra un poco más grande, para que los clientes tengan un poco más de confort”, revela.
A pesar del perfil to go de la cafetería, sirviendo en vasitos de papel, importado de los Estados Unidos, y confeccionados para mantener la temperatura de los cafés, Tatiana percibió que sus clientes querían consumir alimentos allá mismo”. A pesar de nuestro tamaño diminuto, los clientes permanecen aquí de 15 a 45 minutos. Eso me permitió invertir más en comidas que demoran unos minutos para estar listas”, cuenta.
“Ellos se conectan al wi-fi, hacen amistad. Yo comparo a Clemente café con la Estación de la Sé del metro. ¡Siempre tiene gente, finaliza animadísima!
(Interior del Clemente Café, en la Vila Mariana)
Clemente Café
Rua Coronel Lisboa, 659, Vila Mariana, SP
Abierto de domingo a domingo