La historia de esta familia no es diferente de la de muchas otras productoras de cafés especiales, excepto que son negros. Caso raro en el país, cuyo crecimiento y desarrollo fue forjado gracias al trabajo de los esclavos negros provenientes de África
Esta podía ser otra historia sobre pequeños productores de café especial en Brasil. Pero ella se distingue porque los personajes son negros, descendientes de esclavos africanos, que llegaron al país para trabajar en las plantaciones, principalmente las de café. Cuando la esclavitud terminó, los negros fueron sustituidos por mano de obra blanca, en especial, los italianos. Los negros libertados fueron obligados a abandonar sus tierras y el conocimiento adquirido por el tiempo de trabajo con el café se perdió.
¡A pesar de la libertad, a ellos no les fue ofrecido nada más!
En el sur de Minas, a la familia de Roberto Peixoto, compuesta por 12 hermanos, comenzó a gustarle las plantaciones de café cuando aún eran niños y veían a su padre trabajando, como empleado de grandes hacendados.
Los años pasaron y Roberto y otros seis de sus hermanos – Sebastião, Hamilton, José Thiago, Mário Lucas, Joaquim y Antonio, lograron comprar una hacienda, Santo Antonio, de 44 hectáreas, vecina de la hacienda Samambaia (ver artículo aquí), en el municipio de Santo Antonio do Amparo.
Actualmente, la propiedad es responsable del sustento de 25 personas, todos parientes, que producen cafés especiales a una altitud de 1140 metros. Quien cuenta esa historia es la esposa de Roberto, Neide Peixoto.
“Cuando comenzamos a producir café, nunca habíamos oído hablar de cafés especiales. Pero las personas iban a la hacienda y decían que nuestro café tenía algo especial. Recuerdo a algunos probadores de café que iban allá y decían que nuestro café estaba sabroso y que deberíamos inscribirlo en un concurso”, expresó.
Neide Peixoto está refiriéndose al concurso promovido por EMATER y por la Fundación alemana, Hans R. Neumann, de Neumann Koffee Gruppe, líder mundial en comercialización de café verde, con sede en Hamburgo, en Alemania. En el 2008, participaron por primera vez y ganaron y, en los años siguientes, siempre se destacaron.
“El hecho de vencer el concurso diversas veces y, en otras, haberse clasificado en segundo y terceros lugares, abrió nuestros ojos y comenzamos a buscar cursos para entender mejor este mercado. La verdad es que ganábamos el concurso, pero no lográbamos vender nuestro café como especial, solamente como commodities, para la cooperativa de la región”, explica Neide.
El tiempo fue pasando y el concepto de café especial fue esparciéndose y comenzaron a aparecer varios cursos sobre la producción de cafés especiales y la familia Peixoto percibió ahí una gran oportunidad de conseguir un mejor valor para sus sacos.
“Al inicio, me quedaba en la hacienda de lunes a viernes y, el fin de semana, iba a trabajar en el salón de belleza que monté en la ciudad. Cuando las cosas mejoraron un poco, abandoné el salón y pasé a ayudar integralmente en la producción de cafés de la hacienda, principalmente en la postcosecha”, cuenta.
A pesar de que los hermanos trabajan juntos, ellos decidieron que sería mejor dividir las parcelas para que cada uno administre la suya, como una micropropiedad.
Actualmente, la familia Peixoto posee 74 mil pies produciendo y otros 10 mil recién-plantados, de las variedades Mundo Novo, Acaiá, Catucaí Rojo y Amarillo, Arara, Paraíso, Topacio, Catuaí Rojo y Amarillo. Y todo producido con mucho cuidado, no mezclamos parcelas, ni variedades, ni dejamos fermentar.
Como fruto de tanta dedicación, el año pasado, lograron, por primera vez, exportar 260 sacos de café especial para BD Export, en los EE.UU. Nuestra producción total, el año pasado, fue de 600 sacos. La diferencia la vendemos para la cooperativa Cocatrel. Este año, estamos confiados en la calidad de nuestros cafés y esperamos vender buena parte para BD nuevamente.
Según Neide, quien quiera probar sus cafés en Brasil, tendrá que comprar de Café di Preto @cafedipreto o de Pura Cafeina @puracafeina, el resto irá para el mercado externo.
Para el futuro, pretenden continuar invirtiendo en calidad, cosecha selectiva manual y montar una pequeña tostadora, para la prueba de los propios cafés. “Mi sobrino, Uender, está estudiando para probar los cafés y, como consecuencia natural, tostarlos para venderlos aquí en la hacienda.