Juliana Ganan nació y creció en Itajubá, sur de minas, región donde la familia tenía una estancia de café. Salió de ahí a los 18 para estudiar ingeniería agrícola en la UNICAMP, Campinas.
Después de graduada, fue a trabajar a IBM como gerente de proyectos y, después de cinco años, se transfirió a Turquía, donde la empresa mantenía un proyecto social. Una vez más, quiso cambiar de aires y fue a los EE.UU a hacer una maestría en Relaciones Internacionales en la NYU, donde defendió una tesis sobre el tema Políticas Agrícolas orientadas al Pequeño y Mediano Productor de América Latina.
Terminada esa etapa, fue a trabajar al Banco Interamericano de Desarrollo, BID, en Washington. Y, a pesar de ser muy joven, con una carrera envidiable, tiró todo por la borda y volvió a Brasil para trabajar con cafés especiales.
“Mi padre tenía una hacienda cerca de Três Corações, la estancia Brasília, y siempre nos ganamos la vida con el café. Inclusive, abrió una torrefacción, Café Maneiro, para trabajar con café commoditie. Cuando falleció, mis Hermanos y yo optamos por vender la propiedad, ya que yo estaba fuera de Brasil terminando los estudios y mis hermanos, que son abogados, no querían hacerse cargo de la estancia ”, cuenta Juliana.
“Siempre me gustó mucho el café, cuando era niña, mi madre me daba mamadera mezclada con café. Pero, por ironía, me reconecté con la bebida solamente cuando estaba viviendo en Nueva York. Allá tomábamos mucho café y, un día entré en una cafetería y vi un embalaje de un microlote de café especial, con la foto del productor, un antiguo amigo de mi padre, de Carmo de Minas. Y pensé: caramba, ¿cómo esos tipos están rastreando ese producto y como esos productores que tienen estancia tan cerca de la nuestra logran hacer un café tan bueno? ¿Y por qué nosotros no? La semillita fue plantada y comencé a buscar cursos de barismo, de tostado, todo lo que encontraba, lo hacía. Vivía yendo a cuppings para probar cafés de otros países”, explica.
Entre pedir el despido y volver a Brasil, Juliana fue a hacer un período sabático en Europa. Como muchas personas, hizo el Camino de Santiago para descubrir cuál rumbo seguir.
Hizo un workshop individual de tres días de tostado en Berlín con una Probat, en Five Elephant. Enseguida, fue a Escandinavia a visitar varias cafeterías. En su pasaje por Ámsterdam inclusive, trabajó honoraria por unos 10 días en una torrefacción, la Lot 61 Coffee Roasters. “Me gustó pero percibí que la cafetería y la torrefacción son dos negocios completamente diferentes y preferí dedicarme exclusivamente al segundo”, cuenta.
Al volver a Brasil, creó dos blogs para contar su experiencia con cafés especiales – uno sobre cafeterías, llegando a listar y clasificar más de 200 tiendas. El segundo era sobre el movimiento de cafés especiales de Brasil con el mismo perfil. “Allá fuera, los gringos nos ven solamente como países productores y no como consumidores de café”, recuerda Juliana. Esporádicamente, colabora con Sprudge, uno de los portales más influyentes del mundo. “Todavía hoy escribo para ellos sobre asuntos que no tienen relación con Tocaya Tostadores de Café”, dice.
Decidió montar Tocaya y eso sólo fue posible porque continuó trabajando remotamente para el BID. Con su salario, compró los equipos necesarios, todos de alta performance, como su Probat. Alquiló un inmueble en Itajubá, vecino de pared donde quedaba la antigua torrefacción de su padre. “Hago prácticamente todo el día lo que él hacía antiguamente. Venir acá a tostar el café y volver para casa, es una actividad que me trae muchos recuerdos buenos”, dice.
A pesar del poco tiempo de actividad, varios productores de la región ya buscan a Tocaya. La empresa ya está en su segundo año. “Mi idea es siempre repetir la dosis, trabajar con los mismos productores. Ofrezco mi feedback para que ellos puedan mejorar cada vez más la calidad de sus cafés especiales. Estoy muy animada con los resultados de esa nueva zafra”, comenta.
Actualmente, el café de Tocaya trabaja con tres productores, Bayron Bastos, de Caparaó, Maurílio Borges, de São Gonçalo do Sapucaí y José Emílio Fazio. Juliana compra los microlotes, analiza los perfiles de los cafés y hace un tostado artesanal, tratando cada uno como una verdadera joya rara. Y, lo más importante: busca compradores nacionales, para que podamos tener la honra de probar los mejores cafés producidos por nosotros, yendo contra la historia.
Juliana finaliza: “el modelo de negocios de Tocaya es ofrecer cafés especiales, en el más verdadero sentido de la palabra: cultivados y cosechados con esmero, beneficiados con cuidado y tostados con atención y corazón”.
¿Quiere conocer Tocaya Tostadores de Café?
Avenida Tancredo Neves, 341 – Itajubá – MG
Tel.: (5535) 3623.9172
tocaya.com.br
Crédito das fotos: Felipe Mohallem