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Mariano Martins y Fabíola Filinto, da Martins Café | Grão Especial

Mariano Martins, el gurú brasileño de la fermentación y Fabíola Filinto, experta en biotecnología, dan vida a una de las más exitosas empresas de café especial de Brasil, Martins Café

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Métodos del pasado readecuados para los nuevos tiempos, llevaron al dúo a ser reconocidos como unos de los más grandes especialistas en la fermentación de los cafés especiales

Todo Merlim tiene su Morgana. ¡Y viceversa, feministas de turno! Hablar de Mariano Martins es contar también la trayectoria de su compañera, Fabíola Filinto. Después de todo, como ella  misma dice: “son 15 años intentando garantizar que las locuras que Mariano promete sean entregadas”. Y Mariano adiciona: “lo que combina más de nuestra relación es que yo prometo, y ella, entrega”.

Entonces, vamos. Siéntate que ya viene la historia. ¡Y de las largas! Esta materia va a ser así, un poco caótico. Uno comienza con una frase y, el otro, la termina. Con puntos de vista diversos. Pero que se complementan.

Martins Café

(Fabiola Filinto y Mariano Martins en otro Show del Mari y Fabí, término usado por los dos)

Todo comenzó, en verdad, con la familia de Mariano, que vino de Portugal de frente a Barra do Piraí, en Rio de Janeiro, cerca de 1820. Su tatarabuelo,  Vitoriano era carpintero y comenzó a plantar café. Se casó con Margarida Cândido de Jesus, que da el nombre a la propiedad de Martins Café, la hacienda Margarida.

Se mudaron al interior de São Paulo y su hijo, João Batista, se estableció en São Manuel, en el interior, compró unas tierras y comenzó a construir la sede de la hacienda.

Su abuelo, Victor de Almeida Jr., era agrónomo en 1929 y, además de cambiar la hacienda, trabajaba en el Instituto Agronómico de Campinas, en la unidad de Jaú, donde permaneció por 30 años. Era un apasionado por los cafés y, antes de todo, un conservacionista. Ya en la década de los 40, estudiaba sobre el control biológico de plagas, en una época en qué usar veneno era considerado algo moderno.

Su padre, Milton Alberto Alfany Monteiro, de hecho, nunca tuvo mucho amor a la agricultura y odiaba la hacienda. Era Ingeniero Civil, cambió la hacienda por muchos años y nunca quiso que su hijo se involucrase con los negocios agrícolas.  


Pero, lamentablemente, dejo la hacienda muy endeudada. Mariano vino a São Paulo y estudió administración en la Fundación Getúlio Vargas. Fue allá que conoció a Fabíola que, con 16 años, como no sabía cuál profesión seguir, resolvió hacer vestibular para varias carreras: medicina en la USP, veterinaria en la Unicamp, administración en GV, derecho en la PUC y cinema en la FAAP (todas universidades de punta en Brasil) Resultado: pasó en todas. ¿Malo, no?

Comenzaron a enamorar en 2002 y conocieron a la tercera socia de Martins Café, Maíra Lopes que, actualmente, vive en Suecia y vendió su parte para la pareja. La familia de Fabíola, por parte de madre, también trabajaba con café, hace cien años, en la región de Jaú, interior de São Paulo. Pero lo abandonaron para trabajar en construcción civil, en la capital.

Después de graduado, un día, cuando estaba trabajando en la mesa de derivados de Unibanco, su padre llamó y hablo francamente: “Hijo, estoy debiendo tres años de producción. O sea, estamos básicamente, quebrados. Voy a vender la hacienda”.

Martins Café

(Plantaciones de café de la Hacienda Margarita: ¡Quién la ve hoy no puede imaginar los problemas que ella pasó!)

Mariano se desesperó. Renunció y fue de frente a trabajar en la hacienda. Eso era 2006.  Cuando llegó, constató que la propiedad estaba con una serie de problemas, entre ellos, baja productividad. “La apariencia del cultivo era linda, solo que repleta de agrotóxicos”, cuenta Mariano. La primera cosa que hizo fue intentar cambiar el manejo. A penas llegué, vi realmente que las cuentas no cuadraban. “En 2007, 2008, para empeorar la situación, hubo un año que solo llovió, tuvimos el 100 % de la producción de café regado. Solo conseguí mitad del precio que esperaba”, recordando la desesperación.

En este medio tiempo, Fabíola, a su vez, que siempre trabajó en el mundo corporativo, en grandes consultorías, estaba en McKinsey, en México, tocando un proyecto importante. Mariano llamó a su compañera y le contó que estaba bajo de la lluvia hace tres meses, sin dinero para pagar las cuentas y con una deuda que solo crecía. Además que, la capa de café estaba apestando a cebolla, debido a la fermentación.

Además del soporte financiero y psicológico, Mariano, encontró una cosa más en Fabíola: inteligencia. Un día, aún en México Fabi probó un café colombiano y adoró. Descubrió que era de una región colombiana que llovía mucho, Huila. La pareja descubrió que el climograma del pequeño pueblo era muy similar al de São Manuel y que allá, producían un café que alcanzaba precios muy arriba de que el brasileño.

Antes de ver in loco esta experiencia, Mariano comenzó a rentabilizar la hacienda. Vendió unos bosques de eucalipto que rindieron un buen dinero, comenzaron a vender algunas maquinarias y a deshacerse de todo que no involucraba al café. En aquel año consiguió mantenerse, pero también tuvo que aumentar su deuda. Y ya se había planeado: si el próximo año la hacienda continuaba en esa situación, desistiría de la plantación.


En Colombia

No demoró y Mariano embarco para Colombia. Quería descubrir que ellos estaban haciendo correcto por allá e intentar reproducir en la hacienda. Trajo los procedimientos para acá. “Estábamos copiando lo que ellos hacían, pero sin saber bien el porqué. Al año siguiente, ya conseguí un café mucho mejor. Recuerdo que  llevé los granos para  Gonzaga, de la Cooperativa de café São Manuel, CAFENOEL, y pregunté qué él creía”, recuerdo.

Gonzaga creyó que el café tenía una apariencia linda, pero que alguna cosa estaba mal en él. “Mal de una forma mala, porque el café no estaba dentro de un estándar”, cuenta Mariano.

Recuerda que, en aquel año, 2009, no consiguió encontrar compradores para este café. ”Toque en todos los lugares buscando algún comprador hasta llegar a la puerta de Isabela Raposeiras (de nuevo, ella).A pesar de ser una referencia, es una de las personas más  generosas que conozco, siempre compartiendo sus conocimientos con todos los que la buscan”, reverencia Martins.

Martins mostró el café para Raposeiras y preguntó a ella qué tenía de malo. Isabela respondió que no sabía, que el café era bueno y que continúe haciéndolo de aquella forma. Aún medio desesperado, contó que no había conseguido vender su café para nadie. Gentilmente, la expert le dio un contacto de Nueva York, diciéndole que  llame y envíe una muestra que él le compraría  todo el café. El comprador realmente se quedó con su café y todavía lo recomendó a varias  personas. Una de estas cafeterías, inclusive, acabó no haciendo negocio porque creía que el café era colombiano y que Martins estaba mintiendo, ya que la dirección del remitente era de México, como Fabi aún estaba por allá era la responsable por los contactos: “can’t be Brazilian specialty coffee. Tastes like Colombian”!!!

Mariano insistió con el comprador para saber porque él consideraba aquel un producto colombiano. El comprador habló sobre la acidez y la suavidad del café. “Vaya, aquello fue muy loco. Fue la primera vez que pensamos sobre la acidez del café. Nuestro concepto de calidad de café era no tener defecto, ya que fui capacitado en COB (Clasificación Oficial Brasileña), que es de 1900. Allá, el mejor café es sin defecto, con gusto de café. ¿Ahora, defina qué es gusto de café?”, reflexiona.

“En este momento, comenzamos a pensar que teníamos que  entender que café producíamos. Yo no sabía tostar mi café, lo llevaba a la cooperativa.  Comenzamos a hacer cursos con Isabela Raposeiras, en el Coffee Lab, en el Centro de Preparación del Café (CPC), y Fabíola embarcó para Estados Unidos para trabajar y hacer el curso de Q Grader”, recuerda Mariano.

Volver al pasado

Mariano nos cuenta que el café procesado en Brasil por cerca de la década de los 30, usaba mucho los tanques de fermentación. ”Básicamente, era un estándar”, cuenta. Cuando los productores pasaron apreciar por la cantidad en vez de que por la calidad, Colombia, sabiamente, se quedó con esta demanda de café diferenciado.

(Los tanques de fermentación de la Hacienda Margarida, técnica popular en Brasil en la época de 30 que Martins Café reutilizó)

“Con estos tanques de fermentación nosotros solo estamos retomando una tradición que era brasileña. Estamos haciendo lo mismo que antiguamente, solo que con nuevos parámetros. Empleamos químicos, biólogos y otros especialistas. Nuestro biólogo, Caio Hilário, es microbiólogo y estudia nuestro cultivo. También trabajamos con ocho haciendas alrededor de nuestra región, ayudando en la cosecha y hacienda de tostado”, explica.

Compraron un tostador pequeño, de 200 gramos, y comenzaron las experiencias de tostado. Las mandaban para que amigos las prueben y digan como lo encontraban. Estos amigos trajeron otros amigos, algunos propietarios de restaurantes, y ahí la historia comenzó a cambiar.

Crearon la marca Martins Café, principalmente porque creían que necesitaban hacer muchas cosas además de la hacienda. Mariano soñaba en ser un gran productor de café de la región. Fabíola siempre creyó que era necesario tener una operación además de la producción de cafés especiales, ya que, por ser una producción pequeña, solo conseguirían cerrar en azul conseguirían diferenciarse.  “En los cafés especiales, ganar en la diferenciación es crear la diferencia,” explica Fabíola.


“Uno de los primeros libros que leí sobre el asunto decía que el café es tan complejo como el vino. Si nadie estaba capturando eso, si nadie estaba explicando eso para el consumidor, entonces, estábamos desperdiciando esta oportunidad. Entonces, convencí a Mariano a armar una pequeña industria de café. Al principio, el tostado no era para venta, era para entender nuestro producto. Comenzamos en el tostado para aprender y para enviar a los Estados Unidos, ya que ellos ya vivían la tercera onda.  Nuestra socia, en la época, Maíra, habló que, como ya estábamos juntando este conocimiento, podríamos armar una marca. Ella entendía de branding y dijo  que sabía armar una marca si sabíamos armar la industria. Y fue así que nació Martins, en esta cosa de juntar lados diferentes de conocimiento”, cuenta Fabíola.

“Cuando entramos con la marca, estábamos trabajando con cafés de puntuación de 70 puntos. Creíamos que nuestro café sería gourmet. Pero, conforme Mariano iba trabajando con la fermentación, la puntuación cambiaba semanalmente. En la época, no sabíamos puntuar, llevábamos al sindicato. Hasta que un día, el café punto 80. Eso fue el principio de nuestra producción de cafés especiales’, recuerda  Fabíola.

Todo este proceso inicio al final de 2008 y duró tres años. En este tiempo, vivieron de los ahorros de Fabíola. Pero ya en 2011, tuvieron una cosecha muy buena y consiguieron exportar el 70 % de los cafés.

El primer comprador fuera de Brasil fue Guillermo Morán, de El Salvador, propietario de una tostadora en California y proveedor de cafés para la sede de Apple, pero aún no era un café especial.

“Los primeros lotes de café especial que vendemos fue para Chromatic Roasters, de los Estados Unidos. Fue la primera vez que vimos una evaluación de nuestro café  hecha por un comprador. En 2013, evaluaron nuestro café con una puntuación de 93”, recuerdan.

Después, tuvieron buenas cosechas y consiguieron pagar gran parte de la deuda que contrajeron. El flujo de producción de la hacienda estaba mejorando, pero solo ser una hacienda referencia en un universo tan grande como el del café especial no era suficiente para ellos. “Pensamos en participar de los concursos de café para compartir nuestros conocimientos, ya que una golondrina sola no hace un verano. Pero,  percibimos que nuestro café fermentado caminaba fuera del circuito. Solo existían cafés dulces, achocolatados. Nuestro café era entendido por las personas de fuera, pero no por los brasileños en la época”, cuenta Fabi.

Martins Café

(Parte del equipo de Martins Café: la pareja Mariano Martins & Fabíola Filinto y el biólogo Caio Hilário)

“En aquel año asumimos que armaríamos una tostadora con nuestro perfil para ser vendido para el mercado interno. Como  solo entendíamos de hacienda y nada de emprendimiento, decidimos que uno de nosotros tendría que hacer un MBA. Acabé perdiendo una apuesta y allá fui nuevamente hacia fuera, esta vez era los Estados Unidos, cursar Harvard, por dos años”, recuerda.

“En este momento, la tercera onda en los Estados Unidos estaba comenzando, así como Nespresso. Trajimos una jerga americana para nuestros compradores, explicando lo que era acidez, amargo, dulzura“, recuerda Fabíola.

“Lo más interesante fue que los primeros en abrazar esta idea no eran profesionales del café, pero si, de la gastronomía, ya que estos últimos ya tenían un repertorio. Ya pensaban en el sabor del café combinando con los platos del restaurante”, dice.

Mariano interviene: “nuestro conocimiento juntamente con el trabajo de BSCA (Brazilian Specialty Coffee Association) y de FAF (Fazenda Ambiental Fortaleza), posibilitó traer nuevos perfiles de sabores para las rondas de café de SCAA, que antes eran muy limitadas a los cafés de Colombia y algunos países de África. Las notas de nuestros cafés no aparecían. Si antes eran ellos que difundían estas informaciones, pasó a ser lo contrario”, cuenta.

En 2013, cuando Fabíola volvió de los EUA, comenzaron a pensar en mantener el café especial que producían para el consumo del mercado interno, hasta entonces totalmente relegado. “Al principio, las personas cercanas no entendieron bien  porque queríamos hacer eso. Peros para nosotros siempre estuvo claro: queríamos introducir los cafés especiales a un mercado de 200 millones de habitantes, acostumbrados a consumir cafés malos ávidos”, dice Mariano.

“Separamos una parte de la producción para vender dentro de Brasil y, en el primer año, no vendimos casi nada. Tuvimos que mandar el café hacia fuera a un precio bajo  para no perder todo lo invertido. En el segundo año, invertimos nuestros esfuerzos junto a los principales chefs de la gastronomía brasileña y ahí, el esfuerzo comenzó a valer la pena. Comenzamos a llevar los microlotes a los restaurantes para que los prueben y, hoy, trabajamos con cerca de 150 clientes activos en Brasil y cerca de 10 allá fuera”, explica Mariano.

Martins Café

(Fabiola arreglando el pelo de Mariano: uno tiene las ideas y la otra es quien las hace realidad)

La decisión de la pareja fue muy adecuada. “Un restaurante que trabaja con cafés especiales difícilmente volver a los cafés de menor calidad. Preferimos trabajar con cafés que combinen con los postres del restaurante, no con la cuenta”, conceptualiza Martins.

Martins recuerda que entraron con la marca en un momento en que el mercado estaba muy interesante, en franco desarrollo. Ahora, está naciendo todo un escenario de investigaciones y de tecnología, en sociedades gubernamentales. El próximo paso del desarrollo es reconocer el grano de tal forma que consiga prever lo que él va a salir del tostador, los granos están siendo plantados ya con este conocimiento del perfil del tostado. Conocemos la nutrición y la bioquímica de la planta, entonces ya sabe lo que él va a generar. Es como un médico que ya tiene todo el historial de sus pacientes. Como aquí el agricultor y el tostador son los mismos, existe este intercambio de conocimiento, no existe una ruptura que normalmente ocurre en otros productores.

Finalmente, el tostado

Mariano confidencia que su mayor inspiración en el tostado es el mexicano Manuel Diaz, entrenador de Coffee College Institute. “Él una persona que trabaja con diversas escuelas y tiene la mente abierta, cree que cada café tiene su especialidad. Si usted habla con él buscando alguna certeza, él va a hablar que eso no. “Un día, fui ayudante de tostado en un campeonato brasileño importante. El café estaba saliendo claramente quemado y el tostador jefe de la competición dijo que estaba correcto y que él nunca se equivocaba. Unos días después, conversé con Manuel y pregunté cuanto necesitaba tostar para llegar en un “café filé”. Él me respondió que de cinco a siete, pues en un campeonato mundial, el barista quería alcanzar las notas de melón y que, solo después del séptimo intento consiguió. Nunca más participé del campeonato”, confidencia.

Otra persona que lo inspiró mucho y que le hizo querer ser un productor de cafés especiales, fue la caficultora Aida Battle, de El Salvador. “En 2006, leí un reportaje sobre ella en la prestigiada revista New Yorker. Me gustó mucho que resolví ahí, asumir la hacienda. Ella fue la persona que más me inspiró en el mundo para comenzar a trabajar con cafés especial”, dice.  Hoy, Battle es la única directora de la Asociación Americana de Cafés Especiales, SCAA, que también es productora


El tostador Diedrich

En Martins Café usan una máquina de tostador  Diedrich, fabricada en el estado americano de Idaho. Una de sus principales cualidades es que es fabricada con piezas sencillas de ser encontradas y repuestas. “Cuando comencé en pensar en un tostador, vimos algunos cafés en que el lote no estandarizado, un lote venia bueno, y otro malo, cuenta Mariano. “Nuestro tostador tiene los perfiles estandarizados, que mantienen la curva de temperatura en el Excel. Hago un upload en el tostador. Otro método que usamos es el tostado de prueba. Grabo en el tostador como funcionó este tostado y mando de regreso para el Excel, para editar y ver el error y lo que salió bien. No me gusta abrir el tostador para ver el grano, porque en eso entra aire y cambia las condiciones de temperatura. Mi negocio es programar, planear y ver el resultado”, explica.

Este tostador también tiene una característica que no tienen en Brasil, que es la aleación de metal. Esta empresa hizo aviones, es la misma aleación de metales que ellos usaban para los aviones, mucho más segura”, explica Mariano.

“Cuando hacemos experimentos al extremo, percibimos que este tostador vale lo que costó, US$ 35 mil”, dice Mariano.  “Conseguimos definir cuáles son las temperaturas a cada quince segundos, si él va a acelerar o disminuir para alcanzar la curva de tostado”, explica.

Más allá: “el tostado tiene una parte mística, de lo sensorial. Pero ella también tiene mucha ingeniería, técnica, mucho control y variaciones. Tiene su arte, pero tiene también  mucha matemática. Son muchas variables y muchos modelos matemáticos pero al mismo tiempo es simple. La diferencia está en controlar, acompañar lo que salió mal y lo salió correcto”, dice.

Toda vez que Diedrich termina un tostado, envía un informe del tostado para la oficina de Martins en São Paulo. “Si la máquina oscila, conseguimos percibir en sus informes. Tenemos los tostados con los nombres de los establecimientos que servimos. Antes, para crear los perfiles de tostado, era prueba y error. Hoy, seguimos planos cartesianos”, confidencia Mariano.

Obviamente, este resultado solo fue alcanzado porque la mente cartesiana de Fabíola evalúa después de cada tostado de Mariano lo que salió bien y lo que salió mal. El objetivo es no equivocarse nuevamente. Entramos con lo teórico y, después, vemos como él se comporta”, dice Mariano.

Fabíola explica que cuentan con seis profesionales capacitados para probar el café. “Cuanto más gente pruebe y juzgue, mejor”, afirma. “Cuando hacemos la prueba, decimos a Mariano lo que queremos con aquel tostado específico”, dice.

Esta mecánica tiene una razón de ser: mientras Mariano fue criado y capacitado para usar la Clasificación Oficial Brasileña ( COB) para encontrar defectos en el café, Fabíola, como Q Grader, está más capacitada para ver sus cualidades. “En ocasiones, el café tiene varias notas legales, pero tiene defectos gravísimos”, ejemplifica.

Martins Cafés

La empresa posee un equipo de 12 profesionales en São Manuel, sede de la hacienda Margarida, y más 12 en São Paulo, donde queda el centro administrativo y coordinación logística.

Poseen 150  clientes fijos en Brasil y 10 extranjeros. Este año, hicieron 80 nanolotes diferentes, buscando notas florales y frutadas. “En este momento, estamos haciendo pruebas químicas y biológicas para ver si tienen algún problema. “Una novedad que queremos lanzar es el café Fruta que Pariu, un lote muy frutado, con notas de papaya. Pero aún necesitamos aumentar el lote para poder vender.

Hoy, la empresa tiene diferentes blends sensoriales de carros-jefes, dentro de la cartera sensorial, y 31 diferentes perfiles en total. En 2016, tostaron tres toneladas de cafés especiales y, en 2017, serán cuatro toneladas.

Su principal mercado es São Paulo, que consume el 60 % de toda la producción de Martins. Los otros 40 % van para el resto del país.

Cada uno con su pasión

La pasión de Fabíola es la parte de biotecnología, desde lidiar con la maquinaria – por otra parte, es ella, en la mayoría de las veces, quien arregla -, hasta el área de investigación y microbiología.

Ya Mariano, adora el manejo del ecosistema, intentando trabajar de la forma más natural posible. “Con el calentamiento global, con el clima cada vez más cambiante, está, de forma, forzando a los productores a pensar en otros métodos de cultivo, volviendo a una cosa más natural, orgánica. Aunque con una productividad un poco menor, tenemos un equilibrio mucho más grande.

Hacienda Margarida

La hacienda Margarida queda en el municipio de São Manuel, interior de São Paulo  y fue constituida en 1860. Su cultivo de cafés fueron los únicos en la región, que sobrevivieron a la helada de 1975.

Martins Café

(La casa de la Fazenda Margarida, sede de Martins Café, fue construida alrededor de 1860)

Posee aproximadamente 600 mil pies de cafés propios y otros 600 mil alquilados a vecinos, plantados a una altitud entre 600 a 850 metros. “No es muy alto, pero la temperatura promedio de la región ayuda a nuestros cafés a ser especiales”, dice Mariano. Son 250 hectáreas con una productividad promedio de 30 sacos por hectárea. O sea, producen 7.500 sacos por año, en promedio, siendo,  de estos, 3.750 de cafés especiales. “No tenemos una productividad tan alta, porque sale caro y disminuye la calidad del café. Un pie con muchos frutos produce un café de menor calidad. Se vuelve una fresa americana, linda y grande, pero sin ningún sabor”, explica Mariano.

Su equipo de campo tiene tres personas, dos tractoristas y un operador de máquina. En el terreno y en los tanques de fermentación, contratan siempre la misma persona, un ex-tractorista de la propia hacienda, que se jubiló hace seis años y adquirió mucha habilidad para identificar los aromas en el tanque.

Su padre le gustaba trabajar con caña de azúcar, porque no daba trabajo y ganaba fácil. Entonces, para protegerlo de las desventajas, renovó el área destinada a la caña  por más de catorce años. “La mayor parte de la hacienda aúna tiene estos contratos, que van hasta 2020. Después del  vencimiento de los contratos, tendremos  dos años más para hacer un trabajo de recuperación del suelo, descontaminándolo. Nuestra meta es tener la hacienda Margarida dedicada 100 % al café hasta 2030”, adelanta Mariano.

Martins Café

(La campana de la Hacienda Margarita, que está allí desde su inauguración)

Plantan las variedades Catuaí y bourbon amarelos. “Nos gusta mucho estas dos variedades ya que el amarillo, en el tostador, se comporta de una forma muy especial.  Martins recuerda que bourbon amarelo, inclusive, surgió de una mutación de un café de la región de Botucatu, que al principio era llamado de amarelo de Botucatu y, después recibió el nombre que usamos hoy.

“Hoy, somos la única hacienda de la región que planta bourbon amarelo. Nadie más la usa por ser un café de baja producción. Nos gusta trabajar con cafés que tienen mucho azúcar, pues ellos son muy maleables en el proceso de tostado”, explica.

Además de eso, conservacionista como su abuelo, Mariano es adepto de una agricultura mucho más natural. “Cuántas veces va a una propiedad y ve que todo es lindo por fuera pero que está podrida por dentro. El problema de la agricultura moderna es la explosión de plagas. Para combatirlas, el agricultor es instruido para mantener la planta llena de productos tóxicos. Eso significa que la planta está inmunosuprimida. Aquí, como tenemos todos los tipos de hongos y bacterias en las hojas, está todo mundo peleando por comida. Entonces, ninguna de ellas va a conseguir dominar”, aclara.

Dice que sigue muchas de las ideas de su abuelo, como por ejemplo, el insecticida que usan: la cascara del café, riquísima en cafeína y que hace que el insecto pequeño trabe su mandíbula. Usa también el caldo bordolés, que no es aceptado como orgánico, a pesar de existir hace 200 años, y agua boricada, que es un poderoso insecticida.

El futuro

En la ciudad de São Manuel, la antigua estación ferroviaria, fue proyectada por Ramos de Azevedo y, hoy, se encuentra en total estado de abandono. Los únicos que se arriesgan a pasar por allá son las personas que se reúnen para consumir crack.

Martins Café

(La antigua estación de tren de San Manuel, lugar donde Mariano y Fabíola planean planes para el futuro)

Mariano y Fabíola sueñan en alquilar y recuperar el lugar, con todo su esplendor, y hacer de la antigua estación una escuela para capacitar a los productores de la región a conocer su propio café. Quién sabe también, una linda cafetería.

Este proyecto es la cara de este canal muy atrevido y nada convencional y que está ayudando a los cafés especiales brasileños a tener su reconocimiento.

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