Yuri Hayashi, la fundadora, estudia la cultura de los tés especiales hace casi 20 años y, de sus observaciones, creó una escuela formal sobre el tema
En Brasil es así: la persona hace un curso de una semana sobre un determinado asunto y ya se cree un expert. Y, si es hábil en las redes sociales, entonces, empieza a comercializar sus parcos “conocimientos” con los desavisados de turno que, a su vez, venden a otros. Es así con el vino, con el café, con el chocolate, con el té…
Contra ese eterno amadorismo, la sensei Yuri Hayashi, después de estudiar el tema más de 20 años, creó una escuela formal de tés, Embahú. El té siempre estuvo presente en su vida y, en confesión, sus recuerdos más dulces siempre se mezclan entre esta bebida y el afecto. “Recuerdo que tomábamos el té que había en casa, muy simple, nada especial, todo el día. Como no era común encontrar té japonés en el país, mi familia descubrió un sustituto: la yerba mate”, cuenta Yuri.
“Esa bebida caliente calentaba mi alma, y estaba presente en todos los momentos”, dice. Su padre, que durante muchos años fue editor de vídeos en TV Cultura, siempre intentaba invertir en los estudios de Yuri y su hermano. “Mi papá quería que estudiáramos lo más avanzado, entonces, mi hermano y yo fuimos a estudiar computación. Yo me gradué en design digital, me profundicé en Filosofía de la Imagen, trabajé en agencias, pero me cansé un poco. También me gustaba mucho la educación, pero estuve un buen tiempo sin saber qué hacer. El té, en esa época, así como el montañismo, apenas eran hobbies”, recuerda.
Fue entonces que el marido de Yuri, Cláudio Brisighello, co-creador de la Escuela de Tés Embahú, empezó a incentivarla a dejar de tratar el té apenas como un hobby. Yuri, entonces, creó un blog sobre el tema, en un momento donde era muy difícil obtener informaciones sobre el asunto. Fue haciéndose conocida en una pequeña comunidad de amantes de esa bebida en el país. “Quería saber cada vez más, busqué cursos, en Brasil no había. Encontré uno internacional que costaba lo mismo que un carro cero kilómetros. No tenía esa disponibilidad, entonces, me volví autodidacta”, cuenta.
Se cambió de Botafogo, en Rio, a São Bento do Sapucaí, interior de São Paulo, en 2010, para tratar de estar más cerca de la naturaleza. “Quería continuar escalando y también quería empezar una pequeña plantación de té con una finalidad muy específica: la investigación sensorial. Para mí, el té siempre representó una conexión con la naturaleza”, dice.
Empezó sus observaciones sobre la camellia sinensis in loco, en la planta, pasó a estudiar también sobre el manejo del cultivo del té, e investigó cada vez más la parte sensorial. “Mi plantación de té solo es para mis estudios, para entender a la planta en todos sus matices”, explica. Quería compartir todo ese conocimiento adquirido y, es entonces, que, en 2013, nació la Escuela de Tés Embahú, la primera institución de enseñanza sobre tés especiales de Brasil, con un espacio físico dedicado y, ahora, con un sistema complementar de Educación a Distancia.
La cultura del té
Yuri cuenta que ella y su marido construyeron, en su propiedad, una cocina separada con horno a leña para poder degustar los tés con sus alumnos. “Aquí es un espacio de experimentación dentro de la propiedad, creado para poder enseñar desde cómo preparar un té hasta su utilización como ingrediente en la culinaria”, cuenta.
En 2013, inició formalmente la Escuela de Tés, con el primer wokshop de degustación de tés gourmet (ya que la designación especial, todavía no era utilizada). Y, de eso hasta ahora ya creó diversos módulos, para atender las necesidades e intereses de sus alumnos. Hoy, ya pasaron por la Escuela de Tés, un universo de 800 estudiantes que hicieron sus cursos de forma presencial.
Público diverso
“Mis primeros alumnos eran, en su inmensa mayoría, señoras que querían tomar el té de la tarde, o que venían buscando infusiones botánicas. Pero yo ya enseñaba sobre tés especiales. Fue importante ayudar a esa gente a entender un poco más sobre ese universo tan vasto como es el del té. La persona llegaba a la escuela con un objetivo y, cuando comenzaban los cursos, no se imaginaban la sofisticación que el mundo del té ofrece. Creo que es parte de mi misión enseñar sobre los tés especiales, sus diferentes tipos, países de origen, etc., y ayudar a expandir la cultura del té especial en Brasil”, explica.
A lo largo del tiempo, Yuri percibió un cambio gradual en el perfil de las personas interesadas en aprender un poco más sobre el té. “A principio, era un público 100 % novato y que quería comer algo que combinase. Con el pasar del tiempo, pasé a recibir personas de una franja etaria más joven, que estaba interesada en un cambio de hábitos alimentares. En la siguiente onda, vinieron personas más ligadas a la cultura de yoga, de la medicina alternativa, de centros de meditación, “de la medicina tradicional china, los vegetarianos y veganos. Después, el interés alcanzó pequeños emprendedores, que estaban de ojo en el creciente mercado de los tés de manera en general. Ahora, noto que son personas que aman el té y que quieren vivir de él”, cuenta.
“Fui creando los módulos de los cursos de acuerdo con las necesidades de los propios alumnos. La introducción de tés fue el primero. Las personas llegaban aquí sin ni siquiera saber preparar el té, que tiene toda una verdadera ciencia. Después, me di cuenta de que también tenían mucha dificultad en la parte sensorial, entonces, creé otro módulo específico para esta parte”, explica.
Es más, el brasileño no es estimulado a ejercitar su percepción sensorial, diferentemente de otros pueblos. “Aquí nadie enseña sobre el paladar, cómo identificar los diferentes sabores. Para suplir ese vacío, creé el módulo sensorial sobre tés y, después, la utilización de tés como ingrediente en la culinaria”, detalla.
En 2019, Yuri notó que su curso presencial estaba siendo muy largo y que había creado contenido suficiente para ofrecer una formación completa. “Entonces, comencé la transición, instalamos un sistema EAD en la página web wwwescoladecha.com.br y, antes de que la gente venga a asistir de las clases presenciales, hacían las clases online. Aquí, solo se hace la parte práctica”, cuenta.
“En 2020, cuando estalló la pandemia, ya había adaptado el curso de formación de especialista en tés para el universo online. Este tiene tres niveles: el primero es totalmente online, y abarca tópicos como tipos de tés especiales. Cuando estalló la pandemia, estábamos ya haciendo el nivel 1 online. ya los niveles 2 y 3 son híbridos y, para que vuelvan a ser dados, la Escuela está esperando el covid disminuya. “Marcamos los próximos cursos de los niveles 2 y 3 para junio, esperamos que hasta eso estemos aptos para recibir a las personas aquí toda seguridad”, dice. Para saber más detalles sobre los cursos acceda a wwwescoladecha.com.br.
Visita Japón
Antes del inicio de la pandemia, el año pasado, Yuri fue invitada a participar de un Programa de Estudios en Shizuoka, capital del té en Japón y de cuatro regiones productoras cercanas como lo son Honyama y Monte Fuji. La especialista cuenta que estaba rodeada de profesionales japoneses muy experimentados, y que fue muy bien recibida. “Hice una presentación seguida de la degustación de algunos tés especiales brasileños y también de yerba mate. A pesar de ser muy diferente del té producido en Japón, originario de camellia sinenses, ¡a ellos les encantó!”, se entusiasma. Según ella, los especialistas japoneses apreciaron el amargor de la camellia assamica, cultivada en Brasil. “Diferente de lo occidental, ellos aprecian lo amargo en los alimentos y las bebidas”, explica.
Antes del viaje, la familia y los amigos la prepararon para ser recibida con indiferencia o hasta prejuicios. Al final de cuentas, muchos japoneses consideran que los patriotas que inmigraron de Japón a fines del siglo XIX e inicio del siglo XX, desertores. Pero lo que sucedió allá la sensibilizó de tal forma que ella no logra hablar del asunto sin emocionarse. “Al final de mi presentación, muchos profesionales vinieron a hablar conmigo, demostrando hasta cierta culpa. Ellos no sabían lo que había sucedido con aquellos que, en realidad, fueron obligados a dejar Japón gracias a una crisis económica sin precedentes, para venir a vivir en Brasil. “Muchos me preguntaron qué sucedió con esa gente, ¿por qué no los acogimos de nuevo? Hablaron conmigo con canto cariño y, entonces, les conté un poco sobre muchas de las historias tristes de los inmigrantes japoneses que vivían en la región de Registro, interior del estado de São Paulo, donde existen varias plantaciones de tés”.
Yuri, que tiene muchos aliados en Registro – considerada la capital del té de Brasil-, cuenta un poco de lo que sucedió con los descendientes japoneses que vivían en la región.
El té especial brasileño
“Al inicio del siglo XX, en 1908, llegaron a Brasil los primeros 781 inmigrantes japoneses. Muchos trajeron matas de té y una parte importante de esa gente, fue a trabajar en el campo. Muchos de ellos, fueron a Registro a plantar té, trayendo todo su conocimiento del cultivo de la camellia y del procesamiento de las hojas. Pero Brasil era una monocultura cafetera y, a lo largo de los años, el té dejó de ser plantado para dar lugar al café, muy importante para el resultado de la Balanza Comercial Brasileña. Todas las fábricas de té cerraron, en Registro, la excepción fue Amaya Tés.
El hecho de que ellos no abandonaron su plantación de té, hizo con que otros pequeños productores tampoco abandonasen sus plantaciones. Ellos trabajaban bajo el sistema de cooperativa. Algunos solo se ocupaban de la plantación, otros cosechaban y los demás cuidaban del procesamiento. O sea, se complementaban.
Los tés especiales que están siendo producidos hoy, como Obaatian, (lea aquí) por ejemplo, estuvieron ahí desde siempre. Muchos productores simplemente arrancaron de la tierra sus plantaciones de camellia. En este sentido, Amaya es un símbolo de resistencia.
También está en funcionamiento Sítio Yamamaru, productor de té bajo el sistema agroforestal. Todos esas localidades pueden ser visitadas por medio de la Ruta del Té en Registro, creado por la Escuela de Tés Embahú y organizado por Infusorina, www.infusorina.com.br.
Yamamotoyama
Yamamotoyama, por ejemplo, es una empresa familiar de origen japonesa de té verde con más de 300 años de tradición, que está presente en Brasil desde 1970. El té especial producido en la ciudad de Tapiraí, interior de São Paulo, es casi totalmente exportado para abastecer el mercado norteamericano.
Cuestionada sobre si hay un futuro para el té especial brasileño, Yuri es enfática: “creo mucho que un día tendremos una gran producción de tés especiales totalmente brasileños y de altísima calidad. Me gusta comparar Brasil a Sri-Lanka que ya fue un gran productor de cafés, así como Brasil. El país tuvo serios problemas con su cultura cafetera debido a una plaga y pasó a plantar tés especiales que, hoy en día son muy apreciados en todo el mundo. Para que alcancemos tal nivel, es necesario que las empresas evolucionen bastante en la postcosecha, en las nuevas técnicas de procesamiento para poder agradar el paladar brasileño que ya estará más apurado así como el que los apreciadores de tés especiales del mercado externo. Es una apuesta a largo plazo, pero estoy segura de que podemos alcanzarla”, finaliza.
¡Nosotros, aquí en Grão Especial estamos apostando eso! ¿Quién sabe y con la ayuda de nuestros hermanos japoneses en otro flujo inmigratorio hacia Brasil?
Fotos: Créditos Claudio Brisighello